El beato de Fernando I y doña Sancha fue miniado en el año 1047 por Facundo para los reyes de Castilla y León en cuya biblioteca estuvo hasta su muerte. Con la posible excepción del beato de las Huelgas, este es el único con patrocinio real confirmado, en lugar de monástico.
Facundo firmó el manuscrito sólo como scriptor, pero no aparece ningún otro nombre que haga referencia a la iluminación; por lo que el término scriptor es posible que englobe también la tarea de iluminación.
El códice, consta de 312 folios en pergamino, escritos en letra visigótica e ilustrado con 98 miniaturas.
Pertenece a la familia de los beatos cuyo más antiguo miembro es el de Maius de mediados del siglo X, realizado en Tábara.
Este códice refleja su elevado rango por la elegancia de sus materiales: liberal uso de púrpura, plata y oro, y una depurada técnica de escritura e ilustraciones. Esto lo convierte en uno de los “beatos” más ricos y lujosos conservados.
A excepción del Beato de Silos, es la última copia que se presenta como “mozárabe”.
Para el profesor John Williams, el beato de Facundo es quizá el más elegante de todos. Además, es uno de los mejor conservados, ya que permaneció en la colegiata de San Isidoro de León hasta que Felipe V, en la guerra de Sucesión, lo requisó y envió a la Biblioteca Real y, finalmente, pasó a formar parte de los fondos de la Biblioteca Nacional