El Beato de Saint-Sever, conservado en la Biblioteca Nacional de Francia, ocupa un lugar especial entre los Comentarios debido a su espléndida y precoz iluminación. Es, junto con el Beato de Ginebra, de procedencia italiana, la copia ilustrada que sigue el formato antiguo pero producido fuera de la península ibérica.
Contiene 292 folios de pergamino, la mayor parte en letra visigótica y el resto en letra carolingia a dos columnas, y 108 miniaturas, algunas desaparecidas.
El escriba se identifica a sí mismo como Stephanus Garsia, aunque además de este copista e iluminador principal, los expertos han reconocido al menos otros tres autores. Se elaboró para el monasterio del abad Gregorius de Muntaner, mecenas de la obra, que gobernó en Saint-Sever desde 1028 hasta 1072.
La fundación de este monasterio en 988 se vincula a monjes hispanos y disfrutó del patronazgo de Urraca, la consorte navarra de su fundador Guillermo Sancho, conde-duque de Gascuña. Parece posible que llegara allí un Beato procedente de algún monasterio hispano y que años después, Gregorio de Muntaner decidiera hacer una «versión moderna», manteniendo el contenido y la estructura pero reflejando las nuevas tendencias artísticas.
Incluye elementos decorativos pertenecientes a su propio ambiente franco, sin embargo, presenta un signo de identidad hispánico, con un énfasis en el color, incluidos los fondos de bandas, distintivo de las copias del siglo X.
Mientras que su texto pertenece a la edición original del Comentario de Beatus, la mayoría de sus ilustraciones representan la etapa mas avanzada de su evolución. Para algunos expertos, se debe a la gran calidad, conocimientos y capacidad creativa de Garsia, que le permitieron desarrollar versiones modificadas de las antiguas ilustraciones y añadir nuevas imágenes, creando una obra excepcional que abría nuevos caminos a la iconografía altomedieval europea y que influyó de forma significativa en la pintura y la escultura románica posteriores.
Muchos investigadores han establecido una estrecha relación entre la miniatura mozárabe del siglo X y las vanguardias artísticas del XX. En este sentido no podemos dejar de señalar las coincidencias entre el Guernica de Picasso y una miniatura de este Beato titulada «El Diluvio».