Beato de San Andrés de Arroyo

Sabemos que este Beato estuvo en San Andrés de Arroyo al menos en el siglo XIV o XV por un exlibris de esta época anotado en el último folio. En 1882, tras la desamortización de Mendizábal, fue adquirido por la Biblioteca Nacional de Francia, en París, donde se conserva en la actualidad.

No incluye ninguna información sobre su scriptorium de origen ni sobre sus autores, aunque algunos aspectos pictóricos lo vinculan con el Beato de San Pedro de Cardeña, en este se aprecia mayor unidad estilística. Se ha datado entre los años 1220-1235 y fue creado en el entorno castellano-leonés.

Este Beato y el de Las Huelgas son considerados como los más tardíos y ambos proceden de monasterios femeninos cistercienses que a finales del siglo XII gozaron de un alto nivel de patronazgo por parte de la corona castellana. Es posible que fuera un encargo del rey Fernando III el Santo para donarlo al monasterio de San Andrés de Arroyo que, como la mayoría de monasterios cistercienses hispanos, no tenía Scriptorium.

Como el de Las Huelgas, también este códice es muy suntuoso, con gran cantidad de oro, plata y abundante uso del lapislázuli.

Tiene importantes influencias europeas, que se reflejan no sólo en el estilo de sus imágenes, sino también en su iconografía. Modelos monárquicos franceses explicarían, por ejemplo, la reinterpretación actualizada del Juicio Final donde los condenados son personas de alto rango eclesiástico y secular conducidos por una soga de la que tira un demonio. La iconografía del Infierno con unas grandes fauces abiertas es muy novedosa, de hecho, la gran rueda de tortura no se encuentra en manuscritos franceses de la época.

El patrocinio real podía explicar también la introducción de imágenes cortesanas en las ilustraciones. En ellas se describen las historias en sus mínimos detalles, lo mismo que las figuras, personalizadas con ropajes que corresponden a los representantes de los distintos estamentos sociales de su época.

El Beato de San Andrés de Arroyo refleja una modernidad que le permite trasladar todo el mensaje de Beato, utilizando ya sin limitaciones todas las novedades que aporta la expresión artística románica.

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