El Scriptorium de Tábara

No todos los monasterios de la Europa medieval tenían Scriptorium, literalmente «un lugar para escribir», y el del monasterio de San Salvador de Tábara (finales siglo IX), fue uno de los más importantes dentro de la tradición de los Beatos, junto con los de Sahagún y San Millán de la Cogolla.

El cenobio tabarense contaba con una comunidad dúplice de más de seiscientos religiosos y religiosas, según las crónicas. Alcanzó un enorme prestigio cultural gracias al nivel artístico de su Scriptorium, donde sus copistas e iluminadores, elaboraron muchos de los más bellos códices que han llegado hasta nuestros días. En este Scriptorium, además, se va a definir un estilo propio que servirá de modelo a copias posteriores, según el especialista John W. Williams.

De aquí salieron, al menos, seis copias del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana, de las que se conservan tres junto con los nombres de sus autores: el Beato de Tábara obra de Magius, Emeterius y Senior; el Beato de Gerona obra Senior, Emeterius y Ende, única iluminadora de la que se tiene registro; y el Beato Morgan obra de Magius.

Se conserva una vista emblemática del edificio y de su actividad: el “retrato” más antiguo conocido de un Scriptorium, la única imagen de toda la Alta Edad Media europea. Pertenece al Beato de Tábara, en ella el Scriptorium no tiene ventanas, aunque el espacio tenía que estar bien iluminado. Se encuentra adosado a una torre-campanario en la que hay cuatro hombres, legos por su vestimenta: tres, en las escaleras de madera que comunican los pisos y otro, en el piso inferior, tira de las cuerdas que hacen sonar una de las dos campanas. En el Scriptorium, dos copistas con hábito de monjes sujetan un libro y un cálamo, mientras en una habitación anexa, una tercera figura corta la piel de un animal con unas tijeras en la primera fase del proceso de producción de un manuscrito.

Después de aproximadamente un siglo de actividad, el monasterio de San Salvador y su Scriptorium, fueron destruidos a finales del siglo X, tras el paso de Almanzor por esta Tierra de Tábara.

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