Fragmento de Sarcófago

Entre los restos prerrománicos de la iglesia de Santa María, destacan dos fragmentos de mármol que posiblemente correspondan a un flanco y al plano frontal de un mismo sarcófago de tipo aquitano. Ambos presentan un frente esculpido en un estilo poco refinado y una parte posterior piqueteada.

El fragmento expuesto tras las rejas del pequeño museo se encontró a los pies de la torre de la iglesia durante la restauración de los años sesenta, y el fragmento aquí expuesto se localizó como material reutilizado en el cercano palacio de los Marqueses de Tábara, pero seguramente era originario de esta misma iglesia.

Su decoración está organizada por columnillas y arcos escarzanos laureados que inscriben vides, acantos y una crátera. Se trata de temas relativos a un banquete funerario y permiten suponer que son restos de un sarcófago con viejos modelos dionisiacos cristianizados en clave funeraria. Según Fernando Regueras y Hermenegildo García-Aráez, este tipo de sepulcros son excepcionales en Hispania y podría inscribirse dentro del siglo VI por su paralelismo iconográfico con otros dos sarcófagos encontrados en Oviedo y Braga.

Según el estudio de estos autores, tuvo que contener los restos de un personaje destacado. Podría formar parte de los restos visigodos de la iglesia, o tratarse de un caso de espolio de un sarcófago de periodo antiguo tardío reaprovechado en el siglo X para albergar algún personaje ilustre del desaparecido monasterio tabarés.

En este sentido cabría la posibilidad de relacionarlo con el sepulcro de algún abad o personaje importante del monasterio de San Salvador, quizá Magius, autor del Beato Morgan y el de Tábara, pues según dejó escrito su discípulo Emeterius en el colofón de dicho beato, su cuerpo reposa en un sarcófago en el monasterio. También lo calificó de muy distinguido maestro pintor, un adjetivo sin parangón en la retórica de otros manuscritos, según el especialista John Williams.

En cualquier caso, estos fragmentos sumados al resto de vestigios visigodos encontrados, confirman la existencia de un viejo solar tardoantiguo del que no sabemos prácticamente nada, anterior al monasterio de San Salvador, que fue reaprovechado como era común en esta época, por San Froilán.

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