Inscripción fundacional del Monasterio de San Salvador

Se trata de un epígrafe en letra visigótica, de mármol blanco, aunque amarilleado por el tiempo y fragmentado por la derecha, lo que ha dado lugar a distintas interpretaciones sobre su texto, según algunos investigadores integro y para otros incompleto.

Está ubicado en el muro exterior del pórtico de la iglesia, posiblemente empotrado allí, fuera del contexto de su hallazgo, por los restauradores en 1963.

La mayoría de los autores la consideran “lápida fundacional” del monasterio. Para Gutiérrez Álvarez, el texto continuaría varias líneas, incluyendo fecha, inventario de reliquias, etc., y lo considera aedificatio (construcción) del monasterio de San Salvador por el abad Arandisclo, datándola en el siglo X.

Su lectura del texto es:

“(Christus). En honor del Salvador y Nuestro Señor Jesucristo, siendo aquí abad yo, Arandisclo, aunque inmerecidamente (acometí esta edificación) no confiando en la abundancia de recursos, sino en la ayuda divina…”

Podía relacionarse, por cercanía geográfica y por cronología, con un documento conservado de san Genadio, obispo de Astorga, donde indica que vivía bajo la obediencia del abad Arandiselo del monasterio de Ageo (Ayoó de Vidriales en Zamora), atraído por la vida eremítica, decide con otros doce compañeros dirigirse al Bierzo para restaurar el monasterio de San Pedro de los Montes hacia el año 890.

Algunos autores sugirieren desde hace tiempo que este abad es el mismo Arandisclo (o Arandiselo) que aparece en nuestro epígrafe. Aunque no se descarta la posibilidad de la existencia de dos abades con el mismo nombre en Tábara y Ageo que fueran coetáneos.

Para Fernando Regueras, el supuesto de que sean la misma persona es factible ya que, tras la batalla de Polvoraria contra los musulmanes, en el año 878, se produjo una diáspora fundacional de nuevos cenobios desde otros ya existentes, como San Fructuoso de Ageo. La comarca se pobló de eremitas y monasterios, normalmente, edificados sobre un viejo hábitat tardorromano y visigodo.

Cabe la posibilidad de que el abad Arandiselo lo hiciera en la cercana Tábara, restaurando un viejo centro visigótico bajo el patronazgo de Froilán, en ese caso promotor más que fundador material del monasterio tabarense.

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